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Caminar mientras recolectas

Caminar, Recolectar y el Placer del Descubrimiento

Patience Gray, autora del maravilloso libro Honey from a Weed, escribió una vez que caminar y recolectar nos permite “experimentar la relación entre el ser humano y las plantas”. Es una idea preciosa: mientras deambulamos, recogiendo lo que la naturaleza nos ofrece, no solo nos conectamos con el paisaje, sino también con nuestras raíces humanas más profundas.

Recolectar da un nuevo ritmo a nuestros paseos. Podemos caminar durante horas con amigos y familiares, charlando, explorando y recogiendo a nuestro paso. Los niños, en particular, son excelentes recolectores: su agudeza visual y su curiosidad natural les hacen muy hábiles para descubrir bayas, setas, hojas e incluso pequeños tesoros como frutos secos o raíces. Los antropólogos que estudian a los cazadores-recolectores de Tanzania descubrieron que los niños mayores de cinco años ya son muy competentes a la hora de identificar plantas comestibles, frutas y pequeños animales. Parece que nuestro instinto de recolectar podría ser algo que llevamos grabado en el ADN: un impulso ancestral de buscar y compartir alimentos procedentes de la naturaleza.

Los beneficios para la salud de la recolección

Lo que encuentres dependerá de la zona en la que vivas, pero no hay nada comparable a regresar a casa con una cesta (¡o los bolsillos del delantal!) llena de productos frescos y gratuitos. Muchos alimentos silvestres se consideran superalimentos, cargados de vitaminas, minerales y fitonutrientes.

El Instituto Nacional de Salud de Estados Unidos enumera once superalimentos principales —y siete de ellos pueden encontrarse en la naturaleza—: bayas, mariscos, ajo, setas, verduras de hoja verde, frutos secos y semillas.

  • Las moras están llenas de antioxidantes y de vitaminas C, K y A. En un estudio, las ratas alimentadas con moras mostraron una mejor coordinación, equilibrio y memoria a corto plazo.
  • Las setas llevan siglos siendo apreciadas por sus propiedades medicinales. El estudio de la micoterapia —el uso de setas en medicina— está investigando su potencial en el tratamiento de enfermedades como el cáncer de mama.
  • Las hojas de diente de león son una fuente extraordinaria de hierro, calcio, magnesio, potasio y vitaminas A, C, K, E y B.
  • Los brotes de ortiga pueden ayudar a reducir la inflamación y contribuir a disminuir los niveles de azúcar en sangre y la presión arterial.
  • Los ajos silvestres (o ajos de oso) no solo son deliciosos, sino también antibacterianos, antifúngicos y ricos en fitoquímicos beneficiosos.
  • Los frutos secos y las semillas aportan proteínas, antioxidantes y fibra. Algunas investigaciones sugieren que un puñado al día puede ayudar a reducir el colesterol.

Recolectar con prudencia

Recolectar puede ser una de las formas más gratificantes de enriquecer tus paseos, pero es importante hacerlo con seguridad y respeto.

Algunos consejos a tener en cuenta:

  • Nunca comas nada de lo que no estés completamente seguro. Intenta ir acompañado de un guía con experiencia la primera vez.
  • Recolecta de forma sostenible: toma solo lo que necesites, dejando suficiente para la fauna y para otras personas.
  • Infórmate sobre las leyes locales en materia de recolección y evita las plantas protegidas o los terrenos privados.
  • No recolectes en zonas contaminadas, en vertidos, donde hay presencia de perros o pesticidas. Lava bien todo lo que recojas.
  • Lleva varios recipientes o un delantal con bolsillos para separar tus hallazgos —por ejemplo, uno para hojas amargas, otro para hojas dulces y otro para raíces y hongos.

Vale la pena encontrar una guía local de recolección. Por ejemplo, en Madrid, el libro Guía de Alimentos Silvestres de Madrid de Rocío Marugán Ruiz es un recurso fantástico.

En resumen

Ya sea que pasees entre los setos, recorras un sendero boscoso o explores la costa, recolectar puede profundizar tu conexión con la naturaleza y con quienes caminan a tu lado. Cada hoja, baya o seta cuenta una historia: la de las estaciones, la tierra y nuestro pasado común como seres humanos.

Así que la próxima vez que te calces las botas de senderismo, lleva contigo una cesta o un delantal. Puede que regreses a casa no solo con algo delicioso, sino también con un renovado asombro por el mundo que te rodea.

Fuente: 52 Maneras de Caminar, Annabel Streets — Bloomsbury Publishing

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