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Caminar con iones: por qué las cascadas y los paseos bajo la lluvia sientan tan bien

¿Alguna vez has notado lo vivo que te sientes después de caminar bajo la lluvia, o lo renovado que estás tras permanecer junto a una cascada? ¡No te lo imaginas! Los caminantes siempre han sabido que moverse entre la niebla o el mal tiempo levanta el ánimo… y resulta que la ciencia empieza a confirmar lo que nuestras botas ya sabían.

A principios del siglo XIX, el poeta Samuel Taylor Coleridge atravesaba una profunda depresión. ¿Su remedio? Caminar al aire libre, de cascada en cascada, durante 18 meses. Incluso descubrió que el mal tiempo parecía ayudarle más. Hoy los investigadores creen saber por qué: los iones negativos del aire.

Cuando el agua se precipita—ya sea de una cascada, una ola o una fuerte lluvia—rompe las moléculas de aire, las carga y libera diminutas partículas llamadas iones. Los iones positivos no son tan buenos para nosotros, pero los negativos son ligeros, duran más tiempo y suelen asociarse con beneficios para la salud. Los científicos llaman a esta abundancia de partículas frescas y cargadas en torno a las cascadas el “efecto cascada”.

Estudios en Austria han descubierto que el aire cerca de las cascadas puede tener ¡hasta 120 veces más densidad que el aire exterior normal! Niños asmáticos que pasaban tiempo junto a ellas mejoraban su respiración y su sistema inmune. En otro estudio, adultos que caminaban cerca de cascadas mostraron menos estrés, pulmones más fuertes e incluso mayor inmunidad—efectos que duraron semanas después.

Los investigadores se plantean ahora si estos iones llegan a interactuar con nuestra piel y nuestro microbioma, creando lo que llaman un “microbioma alterado por la cascada”. Durante la pandemia también se descubrió que los iones negativos podían desactivar coronavirus en el laboratorio. Y, de forma más sencilla, sesiones cortas de exposición a iones negativos han demostrado aliviar la depresión estacional.

El inconveniente: el aire interior contiene muy pocos iones negativos. Eso significa que, para obtener sus beneficios, necesitamos ponernos las botas y salir fuera. Por suerte, hay muchas maneras de encontrarlos en nuestras caminatas:

🌊 Busca cascadas – sobre todo con lluvia intensa, deshielo o en la montaña.
🌬️ Camina en días de niebla – los bosques están llenos de iones con bruma y llovizna.
🏊 Nada en aguas naturales – un chapuzón en un lago o río genera iones como una cascada.
🌊 Pasea por la orilla del mar – las olas al romper son generadoras naturales de iones.
🏞️ Sigue ríos caudalosos – la espuma del agua rápida también sirve.
⛲ Disfruta de fuentes y estanques en parques – incluso en la ciudad hay rincones ricos en iones.
🌧️ No temas a las tormentas – la lluvia intensa y el viento traen su propio impulso de iones.
🌅 Elige bien la hora – primeras horas de la mañana, atardecer o noche son los mejores momentos.
🍂 Camina en verano y otoño – el aire limpio ayuda a que los iones negativos duren más.

Así que, la próxima vez que lleguen las nubes o te llame una cascada, tómalo como una invitación de la naturaleza. Caminar con iones puede darle a tu cuerpo y a tu mente la recarga que estaban esperando.

Fuente: 52 maneras de caminar: Annabel Streets – Bloomsbury Publishing

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