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Caminar con los ojos

En los 90 la doctora Francine Shapiro experimentó como resultado de salir a caminar, que escanear el paisaje con los ojos te hace sentir más calmado y menos ansioso. A raíz de ello, concibió un tratamiento para tratar el trauma, el EMDR, en el que un terapeuta usa el movimiento de las manos para que la persona mueva los ojos, lo cual pasa a hacer más fácil sanar el trauma. Y es ese movimiento de ojos que hacemos naturalmente al salir a caminar.

Esta mirada hacia delante se llama la ‘vista panorámica’ en la que absorbimos la escena entera que vemos. Es como un flujo óptico que nos dice a dónde vamos y la mejor forma de navegar. Nuestras retinas tienen unas células cerebrales en miniatura que calman la ansiedad y el miedo mientras usamos la vista panorámica. El flujo óptico calma a la amígdala, el detector de amenaza del cerebro, que hace que nos calmemos.

El neurocientífico, Andrew Huberman cree que, como cazadores-recolectores, el cerebro se desarrolló para navegar y buscar agua y animales de forma calmada, cambiando a la vista focal (que es más exigente y más estresante) solo si hacía falta. Claro, hoy en día utilizamos más la vista focal en muchas de nuestras tareas cotidianas, privando a los ojos y a los cerebros de los panoramas que disfrutaban nuestros antepasados.

Por eso, hay que caminar con los ojos, integrando más las células cerebrales en la parte de atrás de las retinas. Sea una ruta nueva o una ruta habitual, viene bien prestar atención a la escena completa y a todo el entorno. Si apagamos el móvil y levantamos la cabeza notaremos más cosas, el tiempo, la flora, la fauna o la arquitectura. Un movimiento circular horizontal con los ojos en el horizonte, induce una sensación de calma. También es importante cuidar la vista periférica, porque con la edad disminuye si no la utilizamos. El caminar ayuda a restaurarla.

¡A caminar y a ver las vistas!

Fuente: 52 maneras de caminar: Annabel Streets – Bloomsbury Publishing

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