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Caminar en grupo

Durante siglos los ganaderos galeses llevaban sus animales a los mercados de Londres cada año (casi 300km). Se llamaban los Drovers. Por el camino los acompañaban personas que querían viajar de forma segura a Londres o a un sitio por el camino. Se aseguraban de caminar con seguridad y compañía.

Siempre ha habido una conexión entre el caminar y hablar. Los humanos desarrollaron la comunicación para poder salir a cazar y buscar comida mejor. Es como si fuera parte de nuestro ADN. Por eso, los grupos de caminar funcionan mejor en entornos naturales que en zonas urbanas.

Los antropólogos llaman el ‘caminar juntos’ una ‘actividad profundamente sociable’. Estimula la conversación, fomenta las relaciones y fortalece la amistad. Su ritmo lento le hace incomparablemente acogedor.

El caminar juntos dispara un torrente de químicas del bienestar, los neurotransmisores como la dopamina o la oxitocina que nos protegen. Hay muchos estudios recientes que muestran que los buenos enlaces sociales nos proporcionan mejor salud física, mental y cognitiva, además de una vida más larga.

Unos beneficios de grupos de caminar son:

  • pérdida de peso
  • un IMC menor (índice de masa corporal)
  • la tensión más baja
  • el colesterol más bajo
  • entre otras cosas

En los grupos de caminar hay menos tasa de abandono que en otros grupos.

Pero el efecto más impresionante es en la salud mental. Entre los que participan a menudo, se reduce su estrés y la depresión. Además, sienten mayor satisfacción, porque experimentan una conexión social, la aceptación, la seguridad y una sensación de pertenencia. Es más fácil compartir e intercambiar información personal, ideas y reflexiones si caminamos con una intimidad relajada, a un ritmo lento y adaptado a todos, con un movimiento coordinado y sin la necesidad de mirarnos a los ojos todo el tiempo.

Hay fluctuaciones en el ritmo del grupo, que crea una ‘sociabilidad breve’ y que es lo que lo hace tan terapéutico. Cambiamos de pareja o de conversación, hablando o incluso caminando en un silencio sincronizado.

También experimentamos la caminata con todos nuestros sentidos: vista, oído, tacto, sabor, olfato. Compartirla crea un enlace más fuerte entre los participantes y también con el paisaje.

Fuente: 52 maneras de caminar, Annabel Streets – Bloomsbury Publishing

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