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Caminar bajo el sol

El científico y helioterapeuta danés Niels Ryberg Finsen se dio cuenta de que el sol tenía un impacto importante en su salud tras ver cómo los gatos se sentían atraídos por tumbarse al sol. En 1903 ganó el Premio Nobel por sus trabajos sobre fototerapia. Poco después se abrieron 36 centros de helioterapia en los Alpes y poco después broncearse se puso de moda. Así que caminar bajo el sol puede beneficiarnos.
Hoy en día, como pasamos la mayor parte del tiempo en interiores, se cree que hasta el 70% de las personas tienen una deficiencia de vitamina D. Se crea cuando los rayos UVB golpean nuestra piel y van al hígado y luego a los riñones para convertirse en una hormona llamada calcidiol 25 (OH) D3 y dura hasta 3 semanas. Por lo tanto, nuestros cuerpos necesitan luz solar constante para mantener estables nuestros niveles séricos. Se recomienda tener entre cinco y 30 minutos de luz en rostro, cuello y brazos todos los días dependiendo de tu tipo de piel e índice UV.
Durante la Covid se observó que los niveles bajos de vitamina D estaban relacionados con una peor recuperación y que es necesaria para el buen funcionamiento de nuestro sistema inmunológico innato, el sistema de defensa que nos permite hacer frente a gérmenes, alérgenos y defendernos de muchos virus. Mientras que nuestro sistema de inmunidad adquirida se desarrolla a medida que estamos expuestos a patógenos, lo que desencadena la producción de anticuerpos (lo que hace que las vacunas funcionen).
La deficiencia de luz solar (no de vitamina D) también se ha relacionado con enfermedades cardíacas, hipertensión, osteoporosis, varios tipos de cáncer, depresión, demencia y múltiples enfermedades autoinmunes. Un estudio sueco descubrió que la falta de luz solar podría ser tan peligrosa como fumar.
Los investigadores creen que los fotones de la luz solar activan nuestras células T, componentes vitales de nuestro sistema inmunológico, al movilizar el óxido nítrico de nuestra piel y transferirlo a nuestro sistema circulatorio. Nuestra piel lleva el doble de células T que nuestra sangre. La luz azul del sol llega a la superficie de nuestra piel y a la dermis que se encuentra debajo, lo que permite una rápida activación de las células T allí.
La luz del sol también tiene un papel importante a la hora de establecer nuestros ritmos circadianos y moderar nuestra producción de melatonina, ayudándonos a despertarnos y dormir.
Por lo tanto, la luz del sol tiene efectos importantes no relacionados con la vitamina D, lo que sugiere que tomar suplementos como sustituto no es suficiente. Sin embargo, los científicos continúan debatiendo hasta qué punto depender de uno u otro. Una sugerencia es realizar caminatas cortas con la cara, el cuello y los brazos expuestos sin protector solar, aumentando gradualmente la exposición. El helioterapeuta británico Henry Gauvin dijo que la luz del sol es “como un buen champán. Vigoriza y estimula; si se consume en exceso, embriaga y envenena.”
Entonces, ¡vamos a dar un paseo corto bajo el sol, ya que también activa la hormona del bienestar, la serotonina, que nos hace sentir mejor!

Fuente: 52 maneras de caminar: Annabel Streets – Bloomsbury Publishing

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