Estudios recientes muestran que caminar lentamente, incluso con muchos descansos, tiene poderosos beneficios a largo plazo, a pesar de lo mucho que se alaba caminar rápido.
Investigadores estadounidenses utilizaron rastreadores para seguir a 150 mujeres durante el embarazo y la maternidad temprana. Cuando analizaron su leche materna descubrieron que cuanto más pasos daban, más producían un compuesto llamado 3′-SL. Si un bebé consume leche rica en 3′-SL, reduce su riesgo de por vida de desarrollar diabetes, enfermedades cardíacas y obesidad. También aumenta la capacidad del bebé para aprender, concentrarse y recordar. Los investigadores también notaron que la intensidad de la caminata no era tan importante, sino que una caminata diaria lenta era suficiente para desencadenar la producción de 3’_SL.
Para las personas mayores a las que les resulta más difícil caminar, adaptar la forma en que caminan es mejor que darse por vencidos. Un estudio que siguió a 36000 adultos mayores de 40 años durante casi 6 años registró el tipo, la cantidad y la frecuencia de ejercicio que realizaban. Los resultados mostraron que cualquier nivel de actividad estaba asociado con un riesgo sustancialmente menor de muerte. Solo necesitamos una caminata lenta al día.
Los científicos del deporte dicen que la perseverancia es vital y que cualquiera puede lograr caminar lentamente, incluso las personas con lesiones. La clave es adaptar la forma de caminar.
Estar sentado durante tan solo una hora reduce el flujo sanguíneo de las piernas al corazón hasta en un 50%, afectando los niveles de colesterol y poniendo en peligro la salud cardíaca y metabólica. Sin embargo, una caminata lenta de 5 minutos cada hora revierte el daño.
En la Universidad de Maastricht estudiaron a 18 estudiantes y aquellos que caminaban lentamente durante más tiempo tenían niveles de colesterol y triglicéridos mucho más bajos y niveles de insulina más saludables en comparación con los que montaban en bicicleta intensamente durante períodos cortos pero pasaban el resto del tiempo sentados en un escritorio. La conclusión es que lo más importante es evitar la cantidad de tiempo que pasamos sentados.
Para las personas con sobrepeso, una caminata lenta más larga ayuda a quemar más calorías y ejerce menos presión sobre las articulaciones que una caminata más rápida. Otro estudio demostró que para las personas de mediana edad, la distancia (alrededor de 8000 pasos a cualquier ritmo y con muchos descansos) es más importante que la intensidad, ya que significa una diferencia dramática en si vives o mueres.
Caminar despacio tiene otros beneficios: generar nuevas ideas, hacer la digestión después de la cena, ya que nos permite realizar una respiración rítmica (respiraciones lentas y profundas desde el diafragma tomadas a la mitad de nuestro ritmo respiratorio normal (alrededor de siete respiraciones por minuto). La respiración rítmica es calmante y reduce la frecuencia cardíaca y la presión arterial. Se cree que estimula el nervio vago, que reduce las sustancias químicas del estrés en el cerebro, relajando y ensanchando las células musculares que recubren nuestras venas y arterias, lo que permite que la sangre fluya más libremente.
Algunos consejos para caminar despacio:
Consulta con tu médico si estás lesionado antes de comenzar a caminar.
Evita las áreas contaminadas.
Camina entre la vegetación, ya que los estudios muestran que caminar hasta dos horas una vez o en varias caminatas a la semana en espacios verdes mejora la salud mental y física. No hubo beneficios por pasar menos de dos horas a la semana.
Fuente: 52 maneras de caminar: Annabel Streets – Bloomsbury Publishing