Cuando caminamos por la naturaleza, la naturaleza nos toca literalmente. Es una experiencia muy enriquecedora que despierta nuestro sentido del tacto y nos recuerda que somos seres encarnados, sobre todo cuando salimos a caminar bajo la lluvia.
El golpeteo de las gotas de lluvia y el aumento de la humedad hacen que se liberen y combinen compuestos en el aire que respiramos, e inhalarlos puede tener un profundo impacto en nuestro bienestar.
Nuestro sentido del olfato también se despierta. La lluvia libera aromas de los árboles, las plantas y el suelo, impregnando el paisaje de fragancias complejas. Las fragancias provienen de compuestos creados y liberados por un grupo de aceites que las plantas secretan para evitar que crezcan demasiado rápido en temporadas de tiempo seco. El penetrante aroma a «tierra después de la lluvia» se conoce como «petricor». En la India, este aroma se ha envasado como perfume, conocido como «mitti attar» o «perfume de la tierra», durante 50 años.
Los científicos creen que se producen otras fragancias cuando la lluvia altera y desplaza las moléculas odoríferas de distintas superficies, incluidas las diminutas vellosidades de las hojas, que producen aromas limpios y astringentes que, cuando se combinan con aromas terrosos, crean una fragancia relajante. La piedra y el hormigón de las ciudades también producen aromas cuando llueve, aunque no tan agradables como los de la naturaleza.
La lluvia arrastra los últimos rastros de contaminación y el aire está más limpio durante y justo después de un chaparrón. Cuando llueve, cada gota atrae cientos de partículas contaminantes, incluido el hollín y partículas microscópicas que miden 2,5 micrones o menos de diámetro (PM2,5), lo que hace que el aire sea extremadamente fresco.
La lluvia también aumenta el recuento de iones negativos en el aire, lo que algunos científicos creen que puede mejorar la cognición, la relajación y el estado de ánimo. Los estudios sugieren que los iones negativos (moléculas que tienen una carga adicional y se encuentran en abundancia en los bosques y el agua en movimiento) mejoran la salud, el rendimiento cognitivo y la longevidad.
La lluvia cambia principalmente lo que vemos y cómo lo vemos. Durante un paseo bajo la lluvia, los troncos de los árboles brillan, las hojas brillan y los pétalos relucen. La lluvia hace que el follaje y las flores sean translúcidos, de modo que cada vena y marca se hace visible. Las flores, las ramas y las hierbas con plumas cambian de forma, sus cabezas se arquean y se inclinan bajo el peso del agua. Un paseo conocido se convierte en una experiencia muy diferente que estimula nuestro cerebro con una oleada de dopamina.
Un estudio sugiere que quemamos más calorías cuando hacemos ejercicio bajo la lluvia. Los científicos analizaron la sangre y el aliento exhalado de las personas y descubrieron que «la ventilación por minuto, el consumo de oxígeno y los niveles de lactato y norepinefrina plasmáticos eran significativamente más altos bajo la lluvia», lo que significa que tenemos que trabajar más duro (utilizando más calorías) cuando hace frío y está húmedo.
En Uganda, los chimpancés machos hacen «bailes de la lluvia» y nadie sabe por qué, pero nos recuerdan las posibilidades embriagantes de la lluvia. Así que, ¡vamos a dar un paseo bajo la lluvia!
Fuente: 52 maneras de caminar: Annabel Streets – Bloomsbury Publishing