Solemos evitar el barro al caminar, ya que nos dificulta movernos y podemos mojarnos los pies. ¡Sin mencionar el desastre que armamos al llegar a casa!
Sin embargo, parece que el barro tiene propiedades positivas que pueden beneficiarnos enormemente. La oncóloga londinense Mary O’Brien creó un suero a partir de la bacteria Mycobacterium vaccae (M. vaccae), un microbio del suelo. Luego se lo administró a sus pacientes con cáncer de pulmón con la esperanza de que reforzara su sistema inmunológico. Sin embargo, en lugar de que eso sucediera, los pacientes se animaron, sintieron menos dolor, reportaron mayores niveles de energía y pudieron pensar con mayor claridad. Se encontraron resultados similares en ratones. Curiosamente, los jardineros dijeron que siempre habían sabido que trabajar con la tierra era un poderoso potenciador del estado de ánimo. En conclusión, los científicos descubrieron que la serotonina inducida por el suelo favorecía la concentración, además de disminuir la ansiedad.
¡Pero hay más! El contacto con el barro también puede ser bueno para nuestra salud intestinal. Una investigación australiana con ratones expuestos a tierra de buena calidad descubrió que tenían microbiomas más diversos y menos ansiedad. Sus microbiomas contenían abundante butirato, al que se le atribuyen propiedades anticancerígenas y antiinflamatorias. Estudios han demostrado que los niños criados en granjas tienen tasas más bajas de asma debido a la amplia diversidad bacteriana de su entorno. Es realmente beneficioso para nosotros estar expuestos a suelos con biodiversidad.
La geosmina proviene de bacterias presentes en la tierra húmeda y es conocida por inducir la calma. Somos tan sensibles a su rico aroma que podemos detectar tan solo siete gotas en una piscina. Los científicos creen que alertaba a nuestros antepasados de la presencia de agua y tierra fértil, una especie de olor a supervivencia.
Por supuesto, ¡caminar en el barro también es bueno para nuestro equilibrio! Al caminar, los veintinueve músculos de nuestro torso trabajan arduamente para estabilizarnos, manteniéndonos fuertes, estables y equilibrados.
Aquí tienes algunos consejos para caminar en el barro:
Intenta oler y tocar la tierra húmeda durante tu ruta: el suelo frondoso del bosque, la arena húmeda de una playa, las orillas fangosas de un río.
Pincha pequeñas zonas con un palo para ayudar a liberar la geosmina.
Para evitar resbalones, usa bastones o mantén el equilibrio con los brazos. Cada paso tambaleante mejora tu percepción espacial, tu equilibrio y tus músculos del torso.
¡Vamos a dar un paseo por el barro!
Fuente: 52 maneras de caminar: Annabel Streets – Bloomsbury Publishing